ME PASÓ EN ...

LOS HOTELES DEL CHE - BOLIVIA

Mi amigo Sergio Sabio - Grand Hotel - Sucre
Estando en Potosí, debíamos viajar a Sucre y el hotel que habíamos reservado no nos había confirmado la reserva por lo que en el Hotel Santa Teresa, donde nos hospedábamos, pedimos una guía telefónica de Sucre y al azar llamamos al Grand Hotel quienes nos confirmaron una reserva. Cuando llegamos vimos que el hotel se encontraba en un muy buen lugar, a solo media cuadra de la Plaza de Armas "25 de Mayo", buen precio, cómodo, con galerías que daban a grandes patios llenos de jardines y fuentes y con una sorpresa, una placa en una de las habitaciones de planta baja, donde se anunciaba que allí había pernoctado Ernesto Guevara en su viaje en motocicleta a Bolivia en 1951.
Auto foto original del Che en Hotel Copacabana
Desde Sucre viajamos a La Paz y allí sí estaba confirmada la reserva en el hotel Copacabana, buen hotel, sobre Paseo El Prado. Al regresar del viaje, ya pasado algunos meses y preparando otro viaje a Bolivia, esta vez para hacer la ruta del Che, me encontré que en varios artículos periodísticos, relataban, que este histórico personaje, cuando ingresó a Bolivia con nombre falso y aspecto cambiado, en el primer lugar que se alojó fue en el Hotel Copacabana y que la habitación donde nosotros habíamos dormido estaba justo un piso sobre la que él usó.
En ninguno de los dos hoteles hay referencias, solo la placa en el de Sucre. El Copacabana fue usado para filmar CHE película protagonizada por Benicio del Toro.

EL PLATO DE MADERA

Aduana Chile
Pasados unos días en San Martín de los Andes en la provincia de Neuquén, Argentina, salimos en nuestro automóvil hacia la República de Chile. Cruzamos al vecino país por el paso Hua Hum hacia la selva valdiviana por el costado Norte del Lago Lácar. Enero, 8,30 de la mañana. El paraíso. Solo el canto de los pájaros. Llegamos a la Aduana argentina, amplia, sola, muy sola. Los únicos viajeros, mi esposa y yo. Trámites y partida. A pocos kilómetros ingresamos a territorio chileno. Aduana chilena. Estacionamos y al ingresar,  nos indican la ventanilla donde debíamos hacer los trámites. Amplia, sola, muy sola. Más limpia y nueva que la nuestra. Gran salón rodeado de oficinas y una mesa larga con formularios prolijamente colocados. Finalizados los trámites de documentación nos señalaron la mesa para conformar los formularios de ingreso y declarar lo que traíamos como equipaje. En ese momento se acerca una empleada y nos saca una fotografía. Nos miramos con mi esposa y seguimos con el trámite. A mi no me gustó que  nos sacara una foto sin avisarnos ni consultarnos, pero, en fin, no pasaba nada. Una vez
entregados los papeles nos comunican que van a revisar el automóvil, salimos hacia donde estaba el vehículo y en ese momento aparecen unos 6 o 7 agentes de la Aduana más dos señores con cámaras de vídeo sobre sus hombros que salen junto a nosotros y comienzan a grabarnos.
Lago Pirehueico
Aclaración. Debo haber ido a Chile unas 10 o 12 veces por lo que conozco como actúa la aduana de ese país, pero era la primera vez que lo hacía por ese paso del Sur. Para quien no conoce esa zona del sur argentino debo contarle que, aparte de muchos y espectaculares lagos, hay cientos de miles de hectáreas de bosques de coníferas e igual del lado chileno y una importante industria maderera en ambos países.
Continúo. Yo comencé a molestarme. Las únicas dos personas en esa Aduana, un grupo de empleados que nos miraban, nos sacaban fotos y nos grababan. Qué estaba pasando?. Una mujer se calza los guantes de
látex que usan para revisar el equipaje, nos pide permiso para ingresar al automóvil y comienza a realizar la inspección. Repentinamente saca de la parte trasera un plato de madera.
Aclaración. En el piso de la parte trasera del auto llevábamos un canasto con platos de madera,  cubiertos y demás utensilios,  usados para comernos unos ricos asados a orilla de los hermosos lagos.
Continúo. La señora y el plato se dirigen hacia un señor que parecía ser su jefe, se lo enseña, habla con él. El señor se dirige a nosotros y nos comunica que el plato tiene un pequeño orificio que puede contener un insecto o larva , que puede infectar la madera de los bosques y que deben proceder a su "incautación". "Mire, señor", le digo yo ya muy fastidiado," este plato tiene un uso de 15 o más años, lo único que puede tener en el agujero, si está mal lavado, es carne vacuna o pollo pero no un insecto, es un pequeño defecto de la madera". "Señor", interviene mi esposa, "el plato lo usaba mi hijo cuando era adolescente y para no extraviarlo, detrás tiene su nombre y hoy ya es un señor grande". Detrás del plato se podía leer Pablito´s, forma simpática de mi hijo de  identificar su plato para los asados con sus amigos en aquellos años. El tipo miró el plato por atrás y dijo "Señora, póngale Pablito a otro plato, este se incauta".
Esperando el transbordador con el plato dentro del auto
Aclaración. El paso Hua Hum es solo para automóviles, camionetas y combis, no pasan camiones ni buses ya que a pocos kilómetros de la Aduana el camino termina y se debe cruzar en barco con el vehículo el bellísimo  Lago Pirehueico o Pirihueico hasta Puerto Fuy donde se retoma la ruta, razón por la cual no hay un gran movimiento.
Continúo. Mientras ocurría todo lo relatado, veía que a mi costado uno de los empleados de Aduana, un señor mayor, me miraba sin sacarme los ojos de encima. Yo ya muy enojado por la ridícula situación, le saco el plato al que lo tenía y en ese momento, el señor que me miraba fijo, se acerca, toma el plato y me dice que por favor lo acompañe. Entramos al edificio y yo comienzo a gritar diciendo que todo era una vergüenza y que esto y que lo otro, mientras caminábamos por pasillos hasta una oficina. Allí el empleado me pide que me calme, que no grite y me explica. "Caballero, sabe lo que pasa?, han venido nuestros jefes acompañados por un canal de televisión para controlar que todo funcione bien en esta unidad. Mire, por favor, Usted va a confeccionar nuevamente este formulario y donde a indicado, no tengo nada que declarar, va a consignar tengo algo que declarar". "Por qué?" le digo yo, "si no tengo nada que declarar?". "Por favor caballero, hágame caso". Le hago caso. Salimos. Mi esposa esperando, los demás hablando entre ellos, no se de que, del clima o de nuestra traición a la República de Chile por un agujero en un plato de madera. Me paro  con las manos atrás junto al vehículo y en ese momento el señor que me hizo cambiar el formulario y que tenía el plato me lo pasa por detrás y me señala el auto Yo, sin saber que hacer, tiro el plato dentro, pensando que podían darme perpetua por robármelo, comienzo a cerrar las puertas y alguien nos dice que ya podemos retirarnos. Nos subimos, saludamos, arrancamos y continuamos viaje con el plato, el agujero y una gran confusión.

CALLE SAGÁRNAGA - LA PAZ - BOLIVIA
Calle Sagárnaga - La Paz - Bolivia

En nuestro primer viaje a Bolivia, estando en La Paz, paseando por calle Sagárnaga en lo que le llaman "Mercado de las Brujas", donde se encuentran muchos negocios con productos de artesanías (telas, tejidos, adornos, metales, cerámicas, ungüentos, coca, nonatos de llamas, sapos secos, etc.), se me acerca un señor con rostro indígena, cubierto con un poncho que lo cubría todo, me hace seña con su dedo índice sobre sus labios "silencio", se aparta un poco el poncho y deja al descubierto una pequeña figura parecida a los tótem que en grande hay en Tiwanaku. Le hago seña que es igual a los cientos que estaban exhibidos en el negocio frente al que estábamos parados. Cierra los ojos y mueve su cabeza, diciéndome "no". Se comportaba como si tratara que nadie se diera cuenta de lo que me estaba mostrando, como si el muñequito lo hubiera sacado de una tumba indígena o robado de una excavación arqueológica o un museo. Le hago la seña internacional de dinero como preguntándole "cuanto", su mano libre la cierra y la abre dos veces "10", "dolars?" pregunto haciéndome el Inglés, cierra nuevamente los ojos y mueve su cabeza hacia arriba y hacia abajo diciéndome "sí!". Lo cómico de la situación era que lo que me ofrecía, los negocios lo vendían por menos de la mitad. Le digo "nou, nou" y me voy.
Al año siguiente volvimos a La Paz, camino a Perú para visitar Machu Picchu y caminando a unas diez cuadras de la calle Sagárnaga, se me acerca una persona y grande fue mi sorpresa al ver
que era la misma del año anterior, vestida igual y comienza a repetirme la misma actuación. Comencé a reírme y le dije "No hermano, a mi no¡¡, yo los fabrico". Se quedó mirándome serio y se fue.


Fotos y Videos

Las fotografías son propiedad de Myriam Pellegrini, Fanny Vallejos y Sergio Sabio.Los videos son propiedad de Juan Manuel Segura


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